¡Oh, llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres,
rompe la tela deste dulce encuentro.
¡Oh, cautiverio suave!
¡Oh, regalada llaga!
¡Oh, mano blanca ¡Oh, toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando muerte en vida la has trocado.
¡Oh, lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su Querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!
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