Luego, hablando de testimonios, la alegría. La alegría de mi
vida es plena, la alegría de haber elegido bien, la alegría de que yo veo todos
los días que el Señor es fiel a mí. La alegría está en ver que el Señor es
siempre fiel a todos. Cuando yo no soy fiel al Señor, me acerco al sacramento
de la Reconciliación. Los consagrados o los sacerdotes aburridos, con amargura
en el corazón, tristes, tienen algo que no funciona y tienen que ir a un buen
consejero espiritual, a un amigo, y decir: «No sé que sucede en mi vida».
Cuando no hay alegría, hay algo que no funciona. El olfato del que hablaba hoy
el arzobispo, nos dice que algo falta. Sin alegría no atraes hacia el Señor y
el Evangelio.
(Encuentro con el clero, los religiosos y los diáconos
permanentes en la Catedral, Visita Pastoral del Santo Padre Francisco a Pompeya
y Nápoles. Sábado 21 de Marzo de 2015)
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