Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla.
Entonces se aproximó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas».
Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».
Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre».
Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».
Después Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron.
(Mt 8, 18-23)
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