Lo principal de la pobreza de espíritu es el despegamiento y desafición y menos precio de las cosas: en que tengamos todas las cosas del mundo debajo de los pies y como estiércol como dice S Pablo. Todo tenerlo en nada por ganar a Cristo. Los pobres de espíritu son Bienaventurados no solo porque ya es suyo el Reino de los Cielos (si nos damos cuenta es la única Bienaventuranza que habla de la posesión del Reino de los Cielos en presente, y no en futuro) sino porque se empieza a gozar también de una hartura muy grande, que es felicidad y bienaventuranza en la tierra.
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