Y luego está la belleza de la fraternidad, de ser sacerdotes
juntos, de seguir al Señor no solos, no individualmente, sino juntos, en la
gran diversidad de los dones y personalidades, y todo vivido en la comunión y
fraternidad. También esto no es fácil, no es inmediato y no se da por
descontado, porque también nosotros sacerdotes vivimos inmersos en esta cultura
subjetivista de hoy, que exalta el yo hasta idolatrarlo. Y luego existe también
un cierto individualismo pastoral, que lleva a la tentación de seguir adelante
solos, o con el pequeño grupo de los que «piensan como yo»... Sabemos, en
cambio, que todos son llamados a vivir la comunión en Cristo en el presbiterio,
en torno al obispo. Se pueden, es más, se deben buscar siempre formas concretas
adecuadas a los tiempos y a la realidad del territorio, pero esta búsqueda
pastoral y misionera ha de hacerse con actitud de comunión, con humildad y
fraternidad.
(Encuentro con el clero, los religiosos y los diáconos
permanentes en la Catedral, Visita Pastoral del Santo Padre Francisco a Pompeya
y Nápoles. Sábado 21 de Marzo de 2015)
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