Su
competencia en diversas ramas del saber humano -de la historia, de las ciencias
naturales, de la psicología, del derecho, de la sociología-, aunque
necesariamente forme parte de esa mentalidad laical, no les llevará a querer
presentarse como sacerdotes-psicólogos, sacerdotes-biólogos o
sacerdotes-sociólogos: han recibido el Sacramento del Orden para ser, nada más
y nada menos, sacerdotes-sacerdotes sacerdotes cien por cien.
Probablemente,
de tantas cuestiones temporales y humanas entienden más que bastantes seglares.
Pero, desde que son clérigos, silencian con alegría esa competencia, para
seguir fortaleciéndose con continua oración, para hablar sólo de Dios, para
predicar el Evangelio y administrar los Sacramentos. Esa es, si cabe expresarse
así, su nueva labor profesional, a la que dedican todas las horas del día, que
siempre resultarán pocas: porque es preciso estudiar constantemente la ciencia
de Dios, orientar espiritualmente a tantas almas, oír muchas confesiones,
predicar incansablemente y rezar mucho, mucho, con el corazón siempre puesto en
el Sagrario, donde está realmente presente El que nos ha escogido para ser
suyos, en una maravillosa entrega llena de gozo, aunque vengan contradicciones,
que a ninguna criatura faltan.
(Homilía
de S. José María Escrivá de Balaguer)
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