La fe y el amor no se reducen a palabras o a sentimientos
vagos. Creer en Dios y amar a Dios significa vivir toda la vida con coherencia
a la luz del Evangelio, y esto no es fácil. ¡Si! Muchas veces se necesita mucho
coraje para ir contra la corriente de la moda o la mentalidad de este mundo.
Pero, lo repito, este es el único camino para edificar una vida bien acabada y
plena.
Y si a pesar de vuestro esfuerzo personal por seguir a
Cristo, alguna vez sois débiles no cumpliendo... sus mandamientos, ¡no os
desaniméis! ¡Cristo os sigue esperando! El, Jesús, es el Buen pastor que carga
con la oveja perdida sobre sus hombros y la cuida con cariño para que sane.
Cristo es amigo que nunca defrauda.
El joven del Evangelio añade: “¿Qué me falta?”. Aquel corazón
joven movido por la gracia de Dios, siente un deseo de más generosidad, de más
entrega, de más amor. Un más que es propio de la juventud; porque un
corazón enamorado no calcula, no regatea, quiere darse sin medida.
(S. Juan Pablo II)
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