De los tres grados de pobreza.
El primer grado es de los que exteriormente dejaron las cosas del mundo, pero no las dejaron interiormente con la voluntad, sino quedándose con la afición de ellas, y estos no son pobres de verdad, sino fingidos.
El segundo grado es el de los que han dejado las cosas del mundo y también han dejado la afición a las cosas superfluas, pero la tienen a las cosas necesarias, y han con mucho cuidado de que no les falte nada de lo que precisan, comida, vestido, aposento, etc.
El tercer grado de pobreza es la pobreza de las cosas necesarias, porque el verdadero pobre aun de lo necesario hace poco caso. Es necesario dejar la afición no de las cosas superfluas, sino también de las necesarias, de forma que pudiéramos padecer un poco en la necesidad por amor al Señor que fue pobre.
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