La pobreza es raíz de todo los bienes y de todas las virtudes. Declara San Ambrosio que así como las riquezas con instrumento de todos los vicios, porque el que tiene dineros, en todos los vicios y pecados que quiere haya maneras para poner por obra su deseo, así el renunciar y deshacerse de todas las cosas por Cristo engendra y conserva todas las virtudes.
Decía San Ignacio de Loyola : "Amen la pobreza como madre, porque ella como buena y verdadera madre cría y conserva nuestras almas, y ella la que mantiene en pie la disciplina religiosa".
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