“¡Qué reverencia tan grande deberíamos profesarles! Ellos cierran el infierno y las bocas del demonio cuando nos dan la absolución de nuestros pecados y nos abren el cielo…. Por ello los demonios temen hasta el solo nombre de “sacerdote”.
Ante tal excelsa dignidad se anonada nuestro entendimiento y jamás acabamos de alabarlos. Aunque se convirtieran en lenguas todas las estrellas del cielo y pudieran hablar los granos de arena del mar, no se podría elogiar debidamente a tus Cristos.”
(Santa María Magdalena de Pazzi)
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