¿Cómo es posible que muchas personas, después de haber vivido 40 o 50 años en estado de gracia y recibido con frecuencia la Santa Comunión apenas den señales de la presencia de los dones del Espíritu Santo y lleven una vida completamente fuera de lo sobrenatural?
Esto viene de los pecados veniales que se cometen sin ninguna preocupación; estas faltas y las inclinaciones que de ahí derivan inclinan a estas almas hacia la tierra y mantienen como atados los dones del Divino Espíritu, al modo de unas alas que no pueden desplegarse.
Tales almas no guardan ningún recogimiento ni están atentas a las inspiraciones del Espíritu Santo, que pasan inadvertidas; por eso permanecen en la oscuridad, no de las cosas sobrenaturales y de la vida íntima de Dios, sino en la oscuridad inferior que radica en la materia, en las pasiones desordenadas, el pecado y el error.
(Las Tres Edades de la Vida Interior, Garigou-Lagrange)
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