Es cosa clara y de fe que para que se conviertan los infieles tiene que haber misioneros que les prediquen. Bien claro lo especificó Jesucristo en su testamento: “Id y enseñad a todas las gentes y bautizadlas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.
¡Id! Alguno tiene que ir. Pero ese mandato de ir no obliga a todos de la misma manera, aunque todos tenemos que “ir”; como el luchar en defensa de la patria o el colonizar regiones bárbaras no obliga lo mismo a todos los ciudadanos.
(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)
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