Se trata de consejos breves, pero sustanciosos que llevan con sencillez y rapidez a “calentarse el corazón en el Amor de Dios”.
“Refrene mucho la lengua y el pensamiento y traiga de ordinario el afecto en Dios, y calentársele ha el espíritu divinamente”.
“No apaciente el espíritu en otra cosa que en Dios. Deseche las advertencias de las cosas y traiga paz y recogimiento en el corazón”.
“Traiga sosiego espiritual en advertencia amorosa, y cuando fuere necesario hablar, sea con el mismo sosiego y paz”.
“Alégrense ordinariamente en Dios, que es su salud, y mire que es bueno padecer de cualquier manera por el que es bueno”.
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