Con achaques de prudencia, se ponen a considerar los pequeños lados de las grandes cosas y a ver cada vez más oscuro el gran asunto de los deberes cotidianos de la vida cristiana y la importancia de la fidelidad en las cosas pequeñas. Olvidan que el día se compone de horas, y las horas de minutos.
El Espíritu Santo espera durante algún tiempo a que entren en su interior, y a que obedeciendo a las operaciones de la gracia y la naturaleza, se dispongan a seguir sus inspiraciones; mas si abusan del tiempo y de las gracias que les brinda, al fin los abandona a sí mismos y los deja sumidos en la oscuridad e ignorancias de su interior, en las cuales están arraigados, y de ahí en adelante viven con gran peligro de su salud eterna.
(Las tres edades de la vida interior, Garrigou- Lagrange)
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